By Ana Paula Flores

Por Ana Paula Flores

El futuro es algo que siempre ha intrigado a la humanidad. Por siglos, las perso­nas han desarrollado técnicas para predecir qué sucederá y tomar las mejores decisiones con base en ello.

La ciencia ficción ha sido el género que ha implantado más ideas sobre el futuro en la mente de las personas. Pero no fue hasta el siglo XX que se buscó formalizar las técnicas de predicción del futuro, y fue uno de los más grandes autores de ciencia ficción de esta centuria, H. G. Wells, quien propuso la creación de una disciplina denominada foresight (previsión).

La idea de dar una estructura científica a los estudios del futuro fue permeando en la cabeza de varios académicos. En 1940, Ossip Fleit­cheim planteó un nuevo nombre para la disciplina que agruparía tanto técnicas de las ciencias duras como de las sociales: futurología.

Así, la ciencia se desarrolló de ma­nera veloz, hasta que en octubre de 1966 se fundó la World Future Society (WFS), organismo que agruparía a los futurólogos más destacados como Alvin Toffler o Arthur C. Clarke.

En entrevista para Forbes México, Amy Zalman, presidenta y CEO de la WFS, comparte su visión sobre los negocios que se desarrollarán en el futuro, el perfil del talento que se requerirá y los retos que las empresas enfrentarán de no estar preparadas para estos cambios.

Genómica, energía y logística

Durante la última conferencia anual de la WFS en San Francisco, Steve Jurvetson, uno de los miembros de la sociedad, dijo durante su conferencia magistral que no era posible saber cuál será la compañía más grande en los próximos 20 años.

Al respecto, Amy Zalman dice: “No sabemos cuál será la industria, pero conocemos las áreas donde estarán los principales nego­cios”. Para la futuróloga, las ciencias genómicas, la energía y la logística son los sectores que más prometen.

“Habrá un alto rango de informa­ción que tendrá que simplificarse a través del desarrollo de nuevos algoritmos o aplicaciones que permitan al negocio [de la genómica] mejorar los servicios que proveen”, explica Zalman, quien considera que la principal ventana de oportunidad en este tema estará en lo digital.

En 2013 Google inició un proyec­to al que denominaría Genomics, por medio del cual busca recopilar millones de mapas genómicos de las personas, con el objetivo de facilitar la investigación de enfermedades y el desarrollo de tratamientos a través de simulaciones y comparaciones. De acuerdo con Reuters, hasta junio de 2015 el software ya registraba 20,000 descargas de investigadores y empresarios. Asimismo, comenta la nota, los especialistas prevén que este sector valdrá 1,000 millones de dólares (mdd) para 2018.

Con respecto a la energía, Amy Zalman explica que su desarrollo se establecerá en tres procesos: almacenaje, explota­ción de hidrocarburos y gas, así como energías renovables.

El reporte Resource Revolution: Meeting the world’s energy, materials, food, and water needs, publicado por el McKinsey Global Institute en 2011, indica que la ciencia de los materiales ha permitido mejorar de manera tan dramática el desempeño de las baterías, que cada vez es más fácil su almacena­miento y transporta­ción. Asimismo, des­cribe la oportunidad de explorar nuevas fuentes de energía a través de la creación de redes eléctricas inteligentes que hagan uso de la tecnología sísmica en 3D y 4D. Finalmente, sostiene que el costo de producción de la energía solar dis­minuirá de cuatro a un dólar por watt entre 2010 y 2020, lo que permitirá llevar electricidad a las comunidades rurales más pobres del mundo.

Algunos piensan que la impresión en 3D cambiará todo. El futuro de la producción es el intercambio de archi­vos digitales, no el movimiento de una cosa de un lugar a otro”, dice Zalman acerca del sector logístico. La futurólo­ga apunta que uno de los escenarios de la logística en los próximos años po­dría estar lejos de los planteamientos de la globalización: “¿Qué tal si todo se produjera localmente?”, pregunta.

Pero aunque esto no ocurriera, expresa Zalman, los procesos logísticos en sí mismos pueden cambiar radicalmente: “Estamos generando nuevos sistemas de transporte, los drones están aquí y seguirán llegando; está la economía compartida, los autos que ya no requie­ren ser conducidos por una persona… Creo que muchas cosas están por venir, cosas que serán extraordinarias”.

Talento del futuro

Para la presidenta y CEO de la WFS, hay dos tendencias en recursos humanos que son muy distintas: por un lado, se encuentra el perfil del pro­fesionista “duro”, permanentemente conectado a la red, que se mantiene 100% del día pendiente de su trabajo. Por el otro, está el talento humano que requiere de más soft skills para ser valorado en el mercado laboral: “Esto no quiere decir que estas personas no requieran de la habilidad de analizar datos y hacer inteligencia de negocios. Lo que significa es que este modelo buscará nutrir la creatividad de las personas, que puedan hacer una con­tribución, que tengan el tiempo y las habilidades para desarrollar un gran número de talentos”.

El futurólogo Thomas Frey, miem­bro de la WFS, escribe en su sitio Futuristspeaker.com que en 2030 se proyecta el surgimiento de profesio­nes como despachadores de drones, constructores de partes del cuerpo, desarrolladores de almacenamiento de energía, especialistas en nanoar­mas, etcétera. Según Frey, 60% de las profesiones que presentarán mayor demanda en los próximos 10 años no ha sido inventado, lo que muestra la lentitud con la que se desarrolla la formación académica con respecto a la industria.

Con base en esto, Amy Zalman expresa que además de los dos modelos de profesionistas que se requieren actualmente, existe un ter­cer perfil, el de los emprendedores: “Hubo un hombre que desarrolló Microsoft desde un garaje. Es algo como un ingeniero creativo, una persona que contiene todo eso que me decías: una parte de artista, una parte de desarrollador y una parte de diseñador”.

Los retos del cambio

Como ya se ha dicho durante años: entre más delgada es la estructura, más rápido es el cambio. De acuerdo con la presidenta de la WFS, las grandes em­presas y la burocracia serán los organis­mos que más tendrán que prepararse para las transformaciones del futuro.

Zalman comenta que ha cola­borado en numerosas ocasiones con las fuerzas armadas de Estados Unidos en planear la inversión en tecnología. “No existe un lugar en donde la estructura sea más rígida y el pensamiento más arraigado que en el ambiente militar. La adqui­sición de tecnología es un proceso muy complejo y la inversión que se realiza en tecnología armamentista no arrojará resultados hasta dentro de 20 años, por lo menos. Yo creo que las grandes compañías tienen problemas similares. No es fácil generar una cultura entre los ceos que sea fácilmente ejecutable.”

Por ello, apunta la futurólo­ga, las startups y las compañías de reciente creación la tienen más fácil. “Hay mucho trabajo por hacer, pero yo creo que existen exce­lentes ejemplos de ceos que han sido pensadores exitosos y que entienden la creatividad y el rigor con el que se debe operar; esto debe ser parte de las nuevas habilidades”, resalta.

Yo, robot

En 2004 se estrenó la película I, Robot (Yo, robot), dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Will Smith.

La película se desarrolla en el Chicago de 2035, donde los robots se han convertido en la principal fuerza laboral. El detective Spooner (Will Smith) es un anacrónico que los odia y que decide investigar la misteriosa muerte de su amigo y diseñador de robots, Alfred J. Lanning. Tras varios sucesos, Spooner se da cuenta que VIKI, el ordenador central de la compañía de robótica fundada por el doctor Lanning está preparando una rebelión de robots para controlar a la humanidad y protegerla de sí misma.

Pocas son las historias de robots que muestran el lado amable de estos inventos. Sin embargo, una de las rea­lidades que más aterran a las personas es la futura sustitución del trabajo hu­mano por el robótico. Acerca de esto, Thomas Frey escribe en su sitio: “Una mentira común es que las personas están siendo reemplazadas por máqui­nas. La realidad es que las máquinas no funcionan sin los humanos. Una descripción más precisa es que un gran número de personas está siendo reemplazado por un menor número de personas que utiliza máquinas”.

Por su parte, Zalman expresa: “No creo que deba sentirse temor con respecto a ellos. Los robots son estú­pidos. No son capaces de diferenciar entre un color blanco y uno azul a la hora de hacer un logo; no pueden escribir un artículo para el periódico; no pueden trabajar como abogados”. Para la futuróloga, existen trabajos que están sujetos a ser robotizados; no obstante, la labor creativa nunca podrá automatizarse.

“Lo que nosotros tenemos que hacer, en términos empresariales y políticos, es decidir qué tipo de labores vamos a robotizar”, enfatiza Zalman. Para ella, la principal función de los robots es mejorar la vida humana. “Muchas personas hubieran muerto en Afganistán si no se hubiera utili­zado la inteligencia artificial para hacer exploraciones. Eso no hubiera sido posible hace 30 años. Es ahí donde radica la importancia de esta rama”, explica.

Futuro utópico o distópico

“Existen varias visiones con respecto al futuro. Una es esta que mencionas, que el futuro nos va a ofrecer un paraíso; esta visión es particularmente utilizada por las personas de Silicon Valley. Ellas piensan que vamos a poder tener máquinas que nos ayuden a hacer prácticamente cualquier cosa”, dice la ceo de la WFS.

No obstante, comenta la futu­róloga, también existe una visión que anuncia un panorama deso­lador. “Actualmente tenemos una serie de eventos que combina para arrojar un futuro aterrador: está el cambio climático, el crecimiento de la población, los problemas de distribución. No hemos resuelto estos problemas y las películas de ciencia ficción muestran qué tan malo podría ser el panorama si no los resolvemos”, dice Zalman.

Lo importante de la futurología, explica, es que ofrece las herramien­tas no sólo para saber cómo será el futuro, sino para poder transformarlo. “Estamos parados frente a decisiones muy dramáticas y lo importante es que tenemos muchas opciones. Esta es una ventana de oportunidad y por eso es que es tan importante que los tomadores de decisión y los líderes políticos se reúnan y se conviertan en agentes de cambio”.

De acuerdo con Zalman, existen numerosos experimentos que han mostrado cómo la unión de varias mentes pueden generar un cambio positivo en la sociedad. “Es por eso que me pongo más del lado optimista, pero creo que hay que trabajar. No creo que vaya a existir una máquina que logre resolver todos nuestros problemas”, expresa.

Para ella, el principal obstáculo para alcanzar la visión paradisíaca que se sostiene en Silicon Valley se llama inequidad. “Hay perso­nas que padecen hambre en el mundo y no creo que este grupo de personas considere que la tecnología va a llegar a resolver sus problemas”, dice.

Y es que, como ocurre en la pelícu­la Total Recall (El vengador del futuro) —una historia basada en el relato Podemos recordarlo todo por usted, de Philip K. Dick—, mientras las brechas sociales sigan siendo demasiado gran­des, seguirá habiendo enfrentamien­tos; eso sí, con armas más devastado­ras y sistemas más punitivos.